Existe la creencia, casi unánime, de que los artistas tienen una personalidad distintiva y de que siempre son y han sido egocéntricos, caprichosos, románticos, rebeldes, informales, licenciosos, estrafalarios, obsesionados por su trabajo y de difícil convivencia. Los historiadores del arte han contribuido poco a este tema, pues no consideran que el psicoanálisis sea útil para las investigaciones históricas, lo que en cierto modo les ha privado de un conocimiento más profundo, tanto del comportamiento de los artistas antiguos y modernos como de sus obras.
Se trata, pues, de investigar cuándo, dónde y por qué se creó una imagen típica del artista en la mente del público en general y cuáles han sido sus rasgos distintivos y fortuna crítica. La respuesta se ha buscado en el maremágnum de fuentes históricas: biografías, cartas y documentos, es decir, que la investigación está enfocada rigurosamente hacia la documentación histórica.